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Administración agropecuaria: ¿Por qué para obtener un mejor resultado tengo que dejar de hacer siempre lo mismo?

“El sector se debe profesionalizar para leer y entender todas las variables. Ese es el desafío que tenemos dentro de las empresas agropecuarias; es decir, determinar cómo queremos trabajar. Nos preguntábamos si hacer siempre lo mismo está bien y la respuesta es que muchas veces para cambiar, o para obtener un mejor resultado, tengo que dejar de hacer siempre lo mismo”.

Lo dijo el Cr. Juan Martín Bartolomé, especialista en empresas agroindustriales, responsable de Administración en AZ Group y partner certificado de Albor, durante el webinar “Administración agropecuaria: claves para enfrentar los desafíos actuales”, realizado por la firma líder en gestión de sistemas para el agro recientemente.

“Hoy, la administración agropecuaria requiere constante formación para analizar sus cuestiones de manera diferente. Si hago una determinada capacitación para un control de liquidaciones de granos, por ejemplo, sin duda que para la próxima campaña debo ser más eficiente en esta contabilización, ya que dejé de hacer siempre lo mismo, que era incluir el importe bruto, el IVA y procesar el comprobante, ya que empecé a discutir otros términos de calidades”, indicó.

“Hay que invitar a las administraciones a dejar la zona de confort y a entender de que hay una aventura dentro de la empresa agropecuaria, que es un desafío para ir por mucho más o por un mejor margen en el resultado”, amplió Bartolomé.

Estas definiciones se dieron en el marco de la relevancia de la información oportuna y adecuada para una correcta lectura a nivel fiscal, contable y de gestión que, finalmente, derivará en mejores decisiones estratégicas al tener vinculados y ordenados los registros del negocio, tal como se propone desde Albor Campo.

La administración es un sector que reúne varios aspectos clave, entre ellos la contabilidad para lo operativo y lo cotidiano. En el caso de la referida a la gestión, los interesados son accionistas, directores y gerentes, que tienen la finalidad de generar información para la toma de decisiones y para la valorización de mercado. En el aspecto fiscal, la finalidad es la planificación y la liquidación de impuestos a valores históricos y de mercado ajustado por normas.

Finalmente, la contabilidad legal interesa a bancos y entidades financieras con el fin de una moneda homogénea a valores contables ajustados por inflación. ¿Cuál es la mejor forma de leerlo? Debe ser información comparativa y en un mismo momento; se debe analizar la contabilidad en pesos y en dólares y unificar los criterios de valuación, así como revisar las contabilidades legales, impositiva y de gestión.

Para el largo plazo, señaló Bartolomé, existe una planificación entendida para analizar —con tiempo suficiente— las probabilidades de ocurrencia de determinados eventos y tener el suficiente tiempo para buscar alternativas. Las claves para comenzar a planificar son diagnóstico y objetivos; contabilidad sólida y ordenada; prebalances y proyecciones; auditoría y control; imputaciones y centros de costos y visión general con disponibilidad de tiempo y análisis.

El partner de Albor también dijo que, desde lo administrativo, en toda empresa agropecuaria la pregunta clave es: ¿estoy haciendo lo mismo en esta área en comparación con la de producción o la de comercialización? “Por ahí compro una mejor maquinaria, procuro tener una mejor calidad de semilla o hago inversiones en agricultura de precisión, pero en realidad para dar un salto de calidad debo poner el foco en incorporar tecnología a la administración”, explicó. Bartolomé indicó que la fortaleza de capacitarse permite tener una lectura más abarcativa.

“En la mesa de cualquier negocio que quiera cerrar hoy tengo que incluir a los sectores de producción, comercialización e impositivo. Entiendo que hay empresas que ya lo hacen, pero recuerdo que hace 15-20 años un comercial podría cerrar un negocio y después se encargaba de la parte contable impositiva, pero hoy un aspecto impositivo lo puede definir. Creo que debemos estar todos sentados a la mesa y entender la lectura que le tengo que hacer al negocio”, comentó.

Otro de los preceptos considerados es respecto de los conceptos tradicional y moderno de la empresa agropecuaria. En este sentido, el tema se abordó desde el capital humano, la estructura productiva, la tecnología y el negocio.

“Un grupo de trabajo en la empresa agropecuaria tradicional era familiar y ahora vemos un equipo profesionalizado, con procesos y sistemas de gestión de calidad. Anteriormente, las personas eran menos capacitadas y poco emprendedoras, pero ahora apreciamos jóvenes profesionales y emprendedores con una lectura multilocal y previamente estaban en lo operativo y en lo táctico, pero hoy en lo estratégico, político y macroeconómico. Incluso, la ubicación geográfica se concentraba y ahora está totalmente atomizada y los sistemas productivos eran convencionales y a poca escala, pero hoy se aplican en siembra directa y una economía en escala”, explicó.

Asimismo, el sistema productivo ha cambiado y el concepto de productor tradicional se transfiguró a empresario. “Las relaciones eran en forma independiente para gestionar un negocio, pero ahora existen redes y alianzas estratégicas. Se dependía mucho más de otros factores para la toma de decisiones y, de ser algo rígido y estable, se pasó a un sistema con flexibilidad, dinamismo e innovación. Por eso sostengo que la administración no es un sector que se debe quedar atrás, sino que requiere de un enfoque 360 para exhibir la relevancia del sector”, explicó.

En materia administrativa e impositiva, Bartolomé señaló que desde AZ Group se trabaja con proyecciones de cierres al 30 de junio. “Siempre recomendamos a mitad del año, cuando tengo la contabilidad, que existen registros, que se hizo el IVA y lo tengo declarado, es cuando hay que empezar a analizar las proyecciones. Es con ese período registrado correctamente y la otra mitad de año proyectada; así empiezo todos los meses”, señaló.

“Fíjense —explicó durante la charla— la importancia de la proyección en este cierre de 30 de junio, o de los que se nos vienen dando. Si uno mira la inflación, en 2023 fue del 211 %. Con ese dato había muchas cuestiones que debían ser consideradas en una planificación. Por ejemplo, si vamos a un cierre de 30 de abril, o el del 30 de junio de ahora, uno ve que el resultado operativo de las empresas en términos nominales es muy grande, porque aparecen muchas compras a un tipo de cambio de 300 pesos, y las ventas, a las cuales les apliqué esas compras, se concretaron con un dólar de $ 800”.

“Asimismo, en la evaluación de mercadería e inventarios, cuando dejo valuados mis stocks de cereal o de hacienda, en términos de precios y de tipo de cambio se produce una evaluación alta al cierre y eso, finalmente, impacta en un tema impositivo”, indicó.

También dijo que otro tema a tener en cuenta son los pasivos en dólares, “porque al actualizarlos, si bien debo más pesos, en términos de una proyección fiscal tengo que reconocer una diferencia de cambio que la mando a pérdida; y eso achica mi proyección impositiva. Entonces, si no estoy devengando correctamente los pasivos en un prebalance me pierdo de mirar qué efecto puede tener en aspectos impositivos”.

En un sentido práctico desde los procesos administrativos, Bartolomé insistió en tener en cuenta un aspecto fundamental (sobre el cual también se promulga desde Albor a la hora de trazar estrategias en el sector): lo que no se registra no se puede medir; lo que no se puede medir no se puede controlar; lo que no se puede controlar no se puede gestionar y lo que no se puede gestionar no se puede mejorar. Este, precisamente, fue el espíritu que rodeó el webinar sobre administración agropecuaria y las claves para los desafíos actuales.

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