En su informe del 29 de noviembre, la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) afirmó que las precipitaciones generalizadas de mediados y fines de noviembre mejoraron sustancialmente las condiciones hídricas del suelo en la mayor parte de la región de secano argentina. Además, las lluvias redujeron la intensidad de la sequía en la Región Chaqueña, en el Litoral, en el centro y sur de la Mesopotamia, en el noroeste de Buenos Aires y en el noroeste de la Patagonia. En relación con el fenómeno de El Niño-Oscilación del Sur, los modelos indican un 84% de probabilidad de condiciones Niña para diciembre, enero y febrero.
“Según el Índice de Sequía BHOA IMERG —o ISBI— , que se calcula con estimaciones satelitales de precipitación como datos para el balance hidrológico en el suelo, hacia finales de octubre las sequías intensas en el noroeste del país, en gran parte de la Región Chaqueña, el Litoral, el centro y sur de la Mesopotamia, el noroeste de Buenos Aires y el noroeste de la Patagonia se redujeron gracias a las precipitaciones de la segunda quincena de noviembre”, dijo Adela Veliz, docente de la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la FAUBA.
Al respecto, la docente añadió que “Las lluvias del último fin de semana del mes recargaron el perfil del suelo en el noreste del país, es decir, en la Región Chaqueña, el Litoral y el centro-norte de la Mesopotamia —incluso generando situaciones de exceso—, al igual que en la zona núcleo y en el centro-oeste de Buenos Aires. Esto representó un aumento notorio en las reservas respecto a octubre, favoreciendo a los lotes de maíz temprano, que atraviesan la etapa vegetativa con humedad suficiente en el suelo. Sin embargo, el agua caída no alcanzó a revertir la situación de sequía en el este de Buenos Aires, la cuenca del Salado y el extremo sudoeste, donde la lluvia fue escasa y no llegó a recargar los perfiles”.
Veliz, quien es coautora del informe con Liliana Spescha y María Elena Fernández Long —docentes de la misma cátedra—, señaló que el sudeste de la provincia de Buenos Aires también es una de las zonas deficitarias en cuanto a la oferta de agua del suelo. “Por ejemplo, en Tres Arroyos, zona triguera por excelencia, los niveles de reserva de agua en el suelo hasta un metro de profundidad vienen disminuyendo desde principios de primavera y se encuentran cercanos al punto de marchitez permanente”.
Liliana Spescha, por su parte, aclaró que, sin embargo, en Ceres, provincia de Santa Fe, donde la campaña gruesa comenzó en condiciones de sequía condicional —50% del agua útil—, las precipitaciones de noviembre, con anomalías positivas, llevaron el estado de humedad del suelo a condiciones muy favorables.
Lluvias y calor en el horizonte
María Elena Fernández Long remarcó los puntos salientes del pronóstico trimestral elaborado en el ámbito del Servicio Meteorológico Nacional por organismos oficiales, incluyendo a la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la FAUBA. “En el trimestre diciembre-enero-febrero, la precipitación será inferior a la normal en el sur de la Mesopotamia y normal o inferior a lo normal en el norte y el centro de la Mesopotamia, en el Litoral, en la Región Pampeana y en gran parte de la Patagonia”.
Con respecto a las temperaturas medias, la investigadora comentó que serían superiores a los valores normales en el sur de la Mesopotamia, el centro, el sur y el este de la Región Pampeana, y en el centro y el norte de Patagonia. Mientras tanto, serían normales o superiores en el centro y el norte de la Mesopotamia y en el norte de la Región Pampeana.
Asimismo, Fernández Long se refirió al fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENOS o ENSO). “Según el informe del International Research Institute for Climate and Society publicado el 19 de noviembre, los modelos dinámicos y estadísticos indican una probabilidad para La Niña cercana al 84% para el trimestre diciembre, enero y febrero”.
Y, a modo de cierre, añadió: “Si bien la Niña está instalada, no es el único forzante climático, ya que se ha afianzado aun más el enfriamiento del Pacifico Ecuatorial central. Se debe tener en cuenta qué ocurre con los indicadores de escala regional, como, por ejemplo, lo que acontece con el Anticiclón del Atlántico, que podría intensificar o paliar esta condición”.
Fuente: Prensa FAUBA